Ruta realizada el Lunes 25/10/2021
Participantes: Alfredo, Domingo, Félix
Reproductor audio crónica:
Por fin había llegado el día de la gran escapada Esta salida ha sido costosa. Una vez más no hemos ido a Cantabria, a la zona de Bárcena Mayor, como habíamos previsto en un principio. Está claro que está gafada. Y por distintas causas sólo éramos tres los integrantes del equipo los que nos habíamos apuntado al evento.
En cualquier caso, como siempre con puntualidad prusiana, empezamos nuestra aventura a las 6:30 del lunes, la mar de animados. Salimos de Madrid sin problemas. Los problemas los tuvimos para encontrar un sitio donde desayunar porque las gasolineras estaban, o lejos de la autopista, o cerradas. Por fin dimos con un sitio de nuestro gusto. Valió la pena esperar porque nos metimos un pincho de tortilla king-size que nos duró todo el día. Alfredo lloraba de la emoción.
Alrededor de las 10:30 llegamos a Ezcaray. Juan, el dueño del hotel del Trueno donde nos hospedamos, se quedó sorprendido cuando nos vio llegar tan pronto. También se esperaba unos tíos más mayores y decrépitos, por sus comentarios (pensaría que éramos jubilados al uso). Amablemente, al vernos tan hermosos y atléticos, decidió cambiarnos las habitaciones sencillas por unas dobles sin sobrecoste, porque «no íbamos a caber» bien en las otras. Después de este subidón de moral, no le íbamos a decepcionar y nos cambiamos a toda pastilla, listos para iniciar la primera ruta.
Y así, en paralelo los tres, moviéndonos a cámara lenta y con una luz refulgiendo sobre nosotros (igualito que en «Elegidos para la gloria«), salimos del hotel a las 11:15. Empezaba nuestra primera andadura.
El recorrido lo había elegido Félix con la idea de hacer una cosa suave para ir habituándonos al terreno y no acabar descojonados el primer día. Salimos del pueblo por el puente Canto, medieval pero muy restaurado, que pasa sobre un rio Oja, decepcionantemente seco.
Apenas nos mantenemos 100 m. por la carretera, desviándonos hacia la izquierda por un camino asfaltado al que no se puede llamar carretera y que lleva al pueblo de Turza. Ya empezamos con el 1:1 que no nos abandonó durante un buen rato. Muy pronto nos encontramos sumergidos en un bosque precioso, justo lo que andábamos buscando.
Y subiendo, dejamos a un lado el desvió de Turza, al que no nos planteamos visitar en ningún momento porque no era cuestión de hacer cuestones gratis y abandonamos el asfalto, metiéndonos de lleno en un precioso hayedo. Al cabo de un rato, llegamos a nuestro destino, el cerro de Bonicaparra, en donde había un refugio tomado por las vacas. Allí hicimos demostración de nuestra habilidades taurinas y aprovechamos para deshacernos de nuestros platanitos.
Realizamos el descenso por el otro lado del monte, un poco más abierto al principio, pero que luego se cerró en un hayedo repleto de colores.
La pista iba a dar de nuevo al puente que nos metía de nuevo en el pueblo. Nos duchamos y cambiamos para hacer senderismo (todo del tirón, que anochece pronto) y nos fuimos a comer a la casa Masip, en la plaza de la Verdura, donde Alfredo tuvo su primer encuentro con los caparrones, la alubias rojas de la zona. Félix y yo fuimos más conservadores y pedimos bacalao a la vizcaína. La idea era compartir pero a la perola de alubias apenas llegamos con unas tristes cucharadas. Alfredo arrasó. ¡Qué tarde nos esperaba…!
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Una respuesta a “Ezcaray – Bonicaparra – dia 1: cuando todo iba bien”
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Buena Crónica.
Después de salir de casa a las 5:30 am quedamos bastante baldados. Menos mal que las alubias me puso a tono.